Mucho se ha dicho con respecto al Popol Vuh, entre la importancia histórica, literaria, cultural, y siempre todo ello bajo una estela de misterio sobre sus orígenes y naturaleza. Y si bien es cierto que el texto original del siglo XVI se ha perdido. Se sabe que estaba escrito en idioma quiché, pero utilizando el alfabeto español. Al principio y al final del libro, los autores mencionaron que lo escribían porque ya no era posible ver un libro llamado Popol Vuh que existía antiguamente.
El texto más antiguo que se conserva del Popol Vuh es una trascripción del texto quiché hecha a principios del siglo XVIII por el fraile dominico Francisco Ximénez, que también hizo la primera traducción conocida al español. Ximénez presentó en doble columna el texto quiché junto a la versión española, y lo tituló: “Empiezan las Historias del Origen de los Indios de esta Provincia de Guatemala”. Este manuscrito se encuentra en la colección de la Biblioteca Newberry de la ciudad de Chicago. Fue extraído de la biblioteca de la Universidad Nacional de Guatemala por el abate francés Charles Etienne Brasseur de Bourbourg, quien lo publicó por primera vez en forma completa en 1861. Desde entonces, se han realizado numerosas ediciones y traducciones.
Sin embargo, si bien es cierto que Adrián Recinos en su introducción, sostiene que una de las importancias del Popol Vuh es que prueba la existencia de la escritura en los antiguos hombres de aquella región, dándoles así la categoría de “civilizados” no se preocupa demasiado por distanciarse del pensamiento occidental. Esto, es sin lugar a dudas clave, pues nos muestra lo que personalmente considero como el círculo vicioso en que se ha venido abordado el Popol Vuh, es decir: sin lograr alejarse de la visión occidental. La introducción misma del padre Ximénes, que está presente en esta edición, es un caso particular por si solo, pues en él se pueden abordar las tergiversaciones que hace a través de su visión cristiana del Popol Vuh.
Pero volviendo al caso de Adrián Recinos. En su introducción, si bien es cierto que relaciona brevemente el primer y segundo capítulo del Popol Vuh con el génesis de la Biblia, como una posible influencia de este último en la narración del primero, no intenta ir más allá.
Cosa que no sucede con la versión de Adrián Inés Chávez, quien considera que la versión original de Ximénes no solo atenta contra la visión original del mundo maya-quiché, sino que altera el sentido verdadero del libro sagrado. Es decir: lo que Chávez nos da a entender, es que el Popol Vuh, desde su primera traducción hecha por Ximénes, entró en una especie de círculo vicioso occidentalizado, donde con cada nueva traducción, se alejaban cada vez más del libro original.
Un ejemplo claro que se aprecia es la diferencia en el título: “Pop Wuj” libro del tiempo o libro de acontecimientos, que es como si se dijera "Historia del Universo". Corresponde, según Chavez, a una mejor correspondencia morfológica del título original, ya que los vocablos Popo Vuh o Popol Vuh no significan nada en quiché.
La versión de Chávez en comparación con la de Recinos, nos permite preguntarnos sobre la occidentalización del Popol Vuh o Pop Wuj, y si bien es cierto que no pretendemos abordar las importantes diferencias de estas dos versiones, sí creemos que es un tema importante para un estudio futuro, pues sin lugar a dudas, nos permitiría observar de manera más clara, como toda traducción termina siendo finalmente una traición.
Adrián Recinos traduce el Popol Vuh, organizándolo en cuatro partes. La primera, compuesta por nueve capítulos, rememora la Creación y las normas éticas deseables de la interacción de los hombres entre sí y con sus dioses. La segunda parte, compuesta por catorce capítulos, reitera la importancia de las normas éticas y las "cosas memorables" del desafío y acatamiento de éstas. La tercera, compuesta por diez capítulos, retorna el relato sobre la creación del hombre, agregándole una relación sobre la organización de éste en el territorio quiché. La cuarta parte, compuesta por doce capítulos, está dedicada a la historia de la expansión de los descendientes de los primeros hombres por el territorio mesoamericano.
La creación del mundo en el Popol Vuh, responde a la necesidad del ser humano por darle una razón a todo lo que le rodea. Esto ha sido constante en todos los mitos sobre la creación en las distintas culturas desarrolladas en distintas regiones del mundo. En el Popol Vuh tenemos tres personajes principales. Tres Dioses que existieron antes que existiese otra cosa sobre la Tierra. Ellos son Tepeu, Gucumatz y en menor medida pero no menos importante, Huracán, también conocido como “corazón del cielo“.
Los dos primeros Dioses nombrados, realizan una especie de conferencia, donde concluyen que es necesario para mantener su herencia, el crear seres para que puedan adorarlos y recordarlos. Así comienzan con la Tierra y con los animales, pero estos al no poder hablar los “castigan” condenándolos a comerse unos a otros. Luego vienen los intentos en crear al hombre. El primero, es de fango, pero se deshace. El segundo, de madera, pero carece de sentimientos y alma por lo que lo descartan. Finalmente crearan al hombre a partir del maíz.
Uno de los elementos importantes en el Popol Vuh con respecto a la creación, es la importancia de la palabra: “Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: - ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha“(Capítulo I., p. 24).
El dualismo es otro elemento importante en el mito de la creación del Popol Vuh. Y a partir de ahí, se podría sostener que existe cierta ética de creación, y equipararlo con el mito bíblico. Es decir, a diferencia del mito bíblico en donde Dios crea al hombre en el primer intento, demostrando así ser un ser todo poderoso, en el Popol Vuh existe una visión mucho más humana, con equivocaciones, reintentos, diálogos entre Tepeu y Gucumatz. Pero también con valores, como el trabajo que es un sentido propio en ellos mismos, pues se empeñan en lograr la creación que desean, enfrentándose al tiempo y a una serie de problemas. Un segundo valor es el de la humildad, al reconocer que han cometido errores, y por ello necesitan consultar con alguien que les oriente, ese alguien está representado por los ancianos.
A la vez si tomamos en cuenta que toda creación conlleva a que dicha obra creada esté impregnada por elementos del creador, más allá de la misma imagen del creador (de la visión bíblica), es la concepción maya-quiché la que deja a un hombre mucho más completo.
La segunda parte del Popol Vuh, es probablemente la que se encuentra más enriquecida desde una perspectiva literaria. Existe un diégesis en donde encontramos constantemente el dualismo, ya sea por los dioses gemelos o por la lucha constante del bien y el mal. En esta parte nos cuentan las aventuras de los Dioses Gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué, que son llamados por los señores de Xibalbá para jugar a la pelota. Al iniciar su marcha comienzan se ven obligados a sortear una serie de pruebas. Primero deben pasar un río de podre y uno de sangre, pero Hunahpú e Ixbalanqué no los tocan con sus pies, sino que los atraviesan sobre sus cerbatanas. Luego, se enfrentan a una encrucijada de cuatro caminos: el camino negro, el camino blanco, el camino rojo y el camino verde, de los cuales, solo uno conducía a Xibalbá. Fue así que Hunahpú e Ixbalanqué envían a un mosquito a averiguar cuál de todos era y qué nombre recibía cada señor de Xibalbá, con lo cual nuevamente resultan vencedores. Cuando llegan, los de Xibalbá tratan de engañarlos con un muñeco de palo, pero no lo logran. Finalizan las pruebas preliminares con una invitación, de parte de los de Xibalbá, a sentarse sobre un asiento de piedra ardiente, lo que tampoco logran.
Saliendo airosos sobre los señores del Xibalbá, pues en cada una de las casas de suplicio y de cada uno de los juegos de pelota que sostienen con los señores de Xibalbá, logran vencerlos. Son capaces de "hacer como si" mantuvieran encendidos una raja de ocote y un cigarro durante toda la noche, devolviéndolos al día siguiente intactos. A la vez demuestran su dominio sobre los cuchillos, cuando ingresan a la Casa de las Navajas, y les advierten a éstos que las carnes de todos los animales serían para ellos si es que se quedaban quietos mientras estuviesen allí. Dan pruebas del dominio que ejercen sobre la naturaleza, cuando sobreviven una noche en la Casa del Frío y otra en la Casa del Fuego. A la vez muestran el poder que ejercen sobre las hormigas cortadoras a las que les encargan cuatro jícaras de flores para presentarlas a la mañana siguiente ante los señores de Xibalbá. De igual modo, confirman su poder sobre otros animales, cuando les toca pasar la noche en la Casa de los Tigres y en la Casa de los Murciélagos. Finalmente después de su victoria en el Inframundo, Hunahpú se convirtió en el Sol e Ixbalanqué se convirtió en la Luna.
Como podemos observar, el heroísmo esta constantemente vinculados con el dominio sobre la naturaleza. No es de sorprendernos, pues en la cosmovisión de los pueblos americanos, la naturaleza era parte fundamental de su sociedad y de sus creencias.
En la tercera parte del Popol Vuh, encontramos la creación del hombre del maíz, y la historia de las primeras aldeas que en el principio hablaban la misma lengua.
Finalmente en la cuarta parte, encontramos una cronología del pueblo Quiché. Si bien es cierto, que en comparación con la segunda parte del libro, esta la menos literaria, sí tiene una importancia histórica. Además existe una clara intención propagandística, al realzar las victorias de los Quiché sobre sus enemigos. A la vez existe una especie de epílogo, cuando luego de enumerar a todos los descendientes de Balam-Quitzé Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, hace referencia al final de los Quiché, porque ya no puede verse el libro:
“Y ésta fue la existencia de los quichés, porque ya no puede verse el (libro Popol Vuh) que tenían antiguamente los reyes, pues ha desaparecido”, (162)
Es interesante observar como está relacionado el final de los Quichés con la desaparición del libro sagrado. Además se sabe con el descubrimiento del friso en Guatemala, en donde se observan a los gemelos "nadando entre monstruos celestiales" después de recuperar la cabeza de su padre Hun Hunapú, decapitado por los señores de Xibalba, gobernadores del inframundo, demuestran que dichos mitos ya eran conocidos 300 años antes de Cristo. Algo importante, ya que nos permitirían replantearnos las tergiversaciones del cual ha venido siendo objeto, por parte del mundo occidental.