lunes, 16 de febrero de 2009

La justicia es un ángel exterminador


La justicia es un ángel exterminador

El Perú es un país que tiene muchas afirmaciones, pero dichas afirmaciones son lo más parecido a conclusiones que se han ido arraigando profundamente a través de los años y de ciertos acontecimientos históricos en nuestra sociedad. Una de las más marqueteadas, en los últimos años ha sido: “el Pisco es peruano” que dicho de paso, si los chilenos no hubiesen tratado de apoderarse de él, quizás hubiese quedado ahí, en donde se encontró durante muchos años, como un licor más, de esos que se tomaban cuando ya no se podía comprar un par de cervezas. Afirmaciones como la del ceviche, Machu Pichu, hasta llegar a la selección peruana, que siempre juegan bonito, pero que nunca ganan.
Sin embargo, dentro de este rublo de afirmaciones, nos encontramos con una, que es muy particular y que de alguna manera refleja una de las caras más representativas de nuestra sociedad, que es la distribución de la justicia.
Para nadie es mentira que la justicia es un concepto inexorable para muchos, e invisible para otros. Siendo, quizás este tópico, uno de los más comunes para analizar quienes aún tienen la antigua dicotomía sobre la distribución entre ricos y pobres. Pues, si bien es cierto, que esto sucede en todo el mundo, nuestra sociedad es un claro ejemplo de esta situación.
No en vano, nos encontramos a diario, en los programas de investigación, con denuncias sobre sentencias, que muchas veces suelen ser tan risibles, absurdas, y hasta cierto punto, descaradas, que nos llevan al extremo de la indignación. Llegando a oír comentarios muy certeros y demagogos, que para observar las diferencias de clases sociales en el país, basta con tener acceso a los archivos del Poder Judicial.
En una encuesta realizada a fines del año pasado por la Universidad de Lima, se preguntaba a los entrevistados, sobre cual creían que era el mayor mal de la sociedad peruana. El resultado fue el esperado, pues más del ochenta por ciento de los encuestados, respondió: La corrupción. La misma que es perceptible en la distribución de la justicia, y a la que se le ha echado la culpa de los actos cometidos, como si se tratase de un cáncer (que de hecho lo es) pero a la cual le atribuyen conciencia y perversión propia, que viene a enfermar a pobres magistrados y jueces de bajos salarios.
Sin embargo, ¿hasta qué punto los bajos salarios pueden ser el motivo, o mejor dicho la excusa principal para este tipo de transgresiones?
Muchos han comparado al Poder Judicial, como una verdadera selva, rodeada por depredadores que están al acecho y dispuestos a clavar sus colmillos filosos en las billeteras de los litigantes, no importa el tipo de caso, pues dependiendo del grosor de la billetera, te pueden librar de narcotráfico, hurto a mano armada, secuestro y hasta asesinato. Al punto que la justicia cobra matices de subasta, en donde el que brinda la mejor oferta, es quien obtiene la preciada “justicia” mientras que el perdedor, solo le queda implorar el otro tipo de justicia, quizás la única a la que puede acudir en nuestro país, la divina.



Fotografía: Ángel exterminador de Maria Yampolsky

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